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domingo, 10 de julio de 2011

CAPÍTULO 11: ESCAPADA... NO PUEDO VIVIR POR MÁS TIEMPO AQUÍ...




Kizu comenzó a meter todas sus cosas en la mochila. Estaba dispuesta a alejarse de esa maldita casa que no le había traído nada bueno. Bueno en verdad no había pasado nada bueno desde que ese Hattori había aparecido en su vida, y, ahora resulta que es su padre. ¡SU PADRE!

KIZU: ¿Cómo puedo ser la hija de un pollo? - se preguntó en silencio mientras empujaba la mochila para que esta se pudiera cerrar, pues había metido tantas cosas que resultaba imposible cerrarla

Al fin después de mucho empujar y maldecir consiguió cerrar la cremallera. Se colgó el bulto en la espalda (que por cierto era casi más grande que ella) y se fue hacia las escaleras.

Su madre y el Hattori ese se habían ido a dormir hace ya un rato, así que su fuga no se descubriría hasta la mañana siguiente, lo que le daba tiempo suficiente como para buscar un sitio donde esconderse. La pregunta era ¿dónde? Debía ser un sitio que sus padres no sospecharan...

Abrió la puerta principal y la cerró intentando hacer el menos ruido posible, como la descubrieran en ese momento se metería en un gran problema.

Sigilosamente, salió de la gran propiedad que poseía Hattori y se dirigió a... ningún lugar en especificó, pero cualquier sitio era mejor que este en donde todo el mundo le había mentido...

Sí, sin duda cualquier lugar era mejor que este en donde le habían mentido tanto.

***

Conan dormía plácidamente en su cama, cuando sintió unos golpes contra su cristal.

Al principio no le prestó demasiada atención por que es que se estaba tan agustito en la cama... pero al final no tuvo más remedio que levantarse e ir a ver quien apedreaba su ventana de esa manera.

KIZU: ¡Conan! Ábreme la puerta, déjame entrar.

CONAN: Kizu ¿qué haces aquí ha estas horas?

KIZU: Tú ábreme y ahora te digo, pero rápido antes de que alguien me oiga – dijo en un susurro fuerte – venga, Conan.

Conan no tuvo más remedio que ir hasta el piso inferior y abrirle la puerta a Kizu.

La niña entró en la casa como alma que lleva el diablo, con un gran bulto en la espala y mirando a todos lados desconfiada.

KIZU: ¿Me ha visto alguien?

CONAN: No claro que no, pero Kizu-chan, ¿qué haces aquí ha estas horas?

KIZU: Me he fugado de casa.

CONAN: ¿Qué has echo qué?

KIZU: Me he fu-ga-do de ca-sa – deletreó cada palabra - ¿te has enterado ahora?

CONAN: Me había enterado desde el principio, pero ¿por que?

KIZU: Eso no es importante, tengo que esconderme y que mi oka-san no me encuentre y tú Conan me ayudarás.

CONAN: ¿Y yo por qué?

KIZU: ¡Por qué si! - sin permiso si quiera subió los escalones y se fue directamente al cuarto de su amigo, había estado tantas veces en la casa que se la sabía como si fuera suya – ahora dime donde puedo esconderme – ordenó.

Conan se puso nervioso de repente. Kizu era una gran niña y muy inteligente y el la quería muchísimo, pero, a veces, daba tanto miedo como un demonio cuando se enfadaba.

KIZU: No te quedes callado, ¿dónde me escondo?

CONAN: Quedate aquí en mi cuarto... - tartamudeo - … ya mañana veremos donde te escondo mejor.

KIZU: Eso espero – lo miró con los ojos entrecerrados – tengo sueño me voy a dormir.

Kizu soltó la mochila en el suelo y se fue a la cama de Conan, acurrucándose en posición fetal.

CONAN: Kizu ¿yo donde duermo?

Kizu se dio la vuelta en la cama y mirándolo maquiavélicamente le contestó.

KIZU: No seas quejica Conan, mira cuanto suelo hay para que duermas.

¡Oh, si! Esta noche iba a ser muuuuy larga para Conan...

***
A la mañana siguiente, Kazuha se levantó más temprano que cualquier día. Y no era por que tuviera que ir a trabajar ni nada por el estilo, solamente lo hacia por que de todas formas no podía dormirse, bueno, no había podido dormir.

Al fin su hija sabía que Heiji era su padre, aunque no se hubiera enterado de la mejor forma... pero por lo menos ya lo sabía.

Un poco más tarde hablaría con ella y le explicaría por que le había ocultado que Hattori era su padre, pero eso un poco más tarde, ahora mismo solo quería ver dormir a su hija y saber que estaba a su lado, segura.

Se cepilló el pelo y los dientes, se vistió y fue directamente hacia el cuarto de su hija. Solamente la vería y se iría...

Entró y sin hacer ruido fue hacia la mitad de la habitación. Su hija estaba acostada en la cama, estaría aún dormida, pero el bulto que formaba bajo las sabanas era demasiado grande como para que pudiera ser ella...

Frunciendo el ceño fue hacia la cama y descorrió las sabanas, Kizu no estaba acostada en el colchón.

Asustada y muy preocupada buscó por todos los rincones de la casa, pero no encontró ningún rastro de la pequeña. ¿A donde podía haber ido una niña tan pequeña a estas horas?

Kazuha no esperó ni un minuto más, cogió su bolso y se fue al único lugar donde su hija podía estar: La casa de Conan.

No tardó mucho en llegar, pues afortunadamente vivían francamente cerca, así que en menos de quince minutos ya estaba llamando a la puerta.

Ran bajó en pijama y con legañas en los ojos y miró a Kazuha como si tuviera loca.

RAN: ¿Qué haces aquí ha estas horas? - miró el reloj y bostezó – son las cinco y media de la mañana, aun es temprano.

KAZUHA: Perdoname Ran, pero Kizu no esta en toda la casa, se ha fugado, llevándose varias cosas, por favor ayudame a encontrarla – se agarró fuertemente a ella – si le pasa algo no me lo perdonare jamás.

RAN: ¿Como que ha desaparecido?

KAZUHA: Sí – sollozó – ayer se entero que Heiji es su padre por accidente y hoy cuando he mirado ya no esta.

RAN: Entra – la cogió de la mano y la llevó al salón – siéntate, voy a traerte algo para que te relajes y ahora buscamos a tu hija.

Ran volvió con un té que Kazuha se tomo de un tragó, después las dos se pusieron a buscar por toda la casa a Kizu...

***

Conan se despertó adolorido. Le dolía la espalda y el cuello pues al final, se había visto obligado a dormir en el suelo por culpa de Kizu... era una mandona y una egoísta.

Escuchó muchísimo jaleo en el piso de abajo, la voz de su madre Ran y de su padre... además de otra voz muy conocida... ¡tía Kazuha! Eso significaba que habían encontrado a Kizu.

Iba a avisar a Kizu para que se escondiera pero cambio de opinión. Primero observaría los alrededores haber que pasaba.

Bajó los escalones y se quedó mirando al salón con atención.

KAZUHA: Si no encuentro a mi hija pronto me moriré.

SHINICHI: Tranquila Kazuha, encontraremos a Kizu, te lo prometo.

RAN: Eso mismo, la encontraremos, no ha podido ir demasiado lejos – la abrazó con fuerza – no te preocupes Kazuha, tranquila.

KAZUHA: No puedo estar tranquila sabiendo que mi hija le ha podido pasar cualquier cosa – lloró lastimeramente – quiero verla, abrazarla, pedirle perdón – se tapó la cara con las manos – solo quiero saber que esta bien.

Conan ya no escuchó más, subió de nuevo a su habitación sintiéndose fatal. Pobre Tía Kazuha lo estaba pasando tan mal... y todo por culpa del egoísmo de Kizu...

Conan zarandeo a Kizu hasta que esta despertó.

KIZU: ¿Qué pasa Conan? - se frotó los ojos - ¿porqué me despiertas?

CONAN: ¡Tu madre está aquí!

KIZU: ¿Qué? ¿Tan pronto me ha encontrado?

CONAN: Sí.

KIZU: Tengo que esconderme, no puede encontrarme...

CONAN: Antes de que hagas nada, será mejor que la veas.

KIZU: ¿Verla? ¿Porqué?

CONAN: Ven y lo ves por ti misma – le cogió la mano y la llevó hasta donde el había fisgoneado anteriormente – mira como esta tu madre, destrozada, pensando que te ha pasado algo malo, ¿no te sientes mal por ella?

Kizu sintió una opresión extraña en el pecho. Ver a su querida Oka-san llorando como lo estaba haciendo y más por su culpa la hizo sentirse terriblemente mal.

Decidió que ya no la podía hacer más sufrir, así que fue hasta ella.

KIZU: Oka-san, no llores más, estoy aquí.

SHINICHI, RAN Y KAZUHA: ¡Kizu!

Kazuha se levantó del sofá como impulsada por un resorte y se abalanzó sobre su hija, estrechándola entre sus brazos.

KAZUHA: ¡Oh Kizu! ¡Gracias a Dios que estas bien hija mía! No sabes lo preocupada que me tenías – dijo llorando, pero esta vez de felicidad.

KIZU: Perdoname Oka-san, no lo volveré a hacer...

Se pasaron abrazadas mucho rato, siendo observadas por Ran y Shinichi y el pequeño Conan.

Kizu aprendió una valiosa lección: Su madre la amaba con todo el corazón y no tenía culpa de nada y que el único que se merecía sufrir era su padre, el que las abandono. Y ella se haría cargo de hacérselo pagar con creces.


CONTINUARÁ...

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